Visibilidad internacional e impacto de la producción científica española en Sanidad Penitenciaria (2002-2011)

Agresiones físicas en prisión, la enfermedad mental como factor de riesgo asociado

F Caravaca-Sánchez, M Falcón-Romero, A Luna-Maldonado

Área de Medicina Legal y Ciencias Sociosanitarias, Universidad de Murcia

 

RESUMEN

Objetivos: Analizar la victimización física en la población penitenciaria teniendo en cuenta la existencia de algún tipo de enfermedad mental en el Centro Penitenciario de Albolote (Granada).

Material y métodos: 270 personas privadas de libertad realizaron una encuesta anónima y voluntaria sobre victimización.

Resultados: Un 36,7% del total de internos sufrió algún tipo de victimización física en prisión. Aproximadamente un 62,2% de los participantes perciben que tienen ansiedad, depresión, enfermedad bipolar, esquizofrenia u otra enfermedad mental, recibiendo la mitad tratamiento para estos problemas.

Conclusiones: Las agresiones físicas para personas con enfermedad mental son 2.5 veces superiores respecto los que no tienen ninguna.

Palabras clave: Prisiones; Enfermos mentales; Agresión; Víctimas de crimen; España; Drogas ilícitas; Maltrato a los niños; VIH.

 

 

PHYSICAL ATTACKS IN PRISON, MENTAL ILLNESS AS AN ASSOCIATED RISK FACTOR

ABSTRACT

Objective: To analyze physical victimization in the prison population, taking into account the existence of some kind of mental illness, in the prison of Albolote (Granada).

Methods: 270 inmates conducted an anonymous and voluntary survey about victimization.

Results: 36.7% of all inmates suffered some form of physical victimization in prison. 62.2% of participants consider that they have anxiety, depression, bipolar disorder, schizophrenia or other mental illness, half of whom receive treatment for these problems.

Conclusions: Physical attacks on people with mental illness are 2.5 times higher than on those who do not have a mental illness.

Keywords: Prisons; Mentally Ill Persons; Aggression; Crime Victims; Spain; Street Drugs; Child abuse, HIV.

 

 

 

INTRODUCCIÓN

En el año 2011, había aproximadamente 10 millones de personas ingresadas en centros penitenciarios del planeta, incrementando en un millón por cada década1. El bienestar físico y psicológico de esta población debe estar garantizado por la administración, debido a que se encuentra muy influenciado por las características y el funcionamiento de los centros. Factores como el consumo de drogas durante el internamiento2-3, ligado a la concentración de personas con comportamientos sociales y mentales en ocasiones inadaptados4, pueden hacer a esta población especialmente vulnerable a sufrir diferentes tipos de victimización5-6.

En una investigación anterior realizada en los Centros Penitenciarios de la Región de Murcia7 (Murcia y Murcia II) encontramos altos riesgos de conflictividad física entre los internos (9% habían sido agredidos físicamente). Estos son datos similares a los descritos en prisiones de los Estados Unidos por Wolff et al.6 en 2007 (aproximadamente un 12% fue agredido físicamente) y a los de Stephan y Karberg8 del 2003 donde un 2,8% de los internos sufrieron algún tipo de agresión física.

La bibliografía demuestra cómo la prevalencia de enfermedad mental (EM) entre la población penitenciaria es superior a la de la población general4. Enfermedades como la psicosis, depresión y desórdenes de la personalidad actúan como factores de riesgo para el desarrollo de comportamientos violentos tanto en prisión9 como fuera de ella10, incluso se apunta a la EM como la causa que les ha llevado a entrar en conflicto con el sistema penal11,12. Sobre la relación entre la victimización física (VF) y la EM solo hemos encontrado la investigación realizada por Blitz et al.13 donde en 14 prisiones se contrastó que los internos con problemas mentales mostraban mayores índices de VF y sexual14.

El presente estudio, es el primero realizado en España donde se analizan tanto la frecuencia y tipos de VF en prisión como la posible relación existente con la EM (ansiedad, depresión, esquizofrenia, enfermedad bipolar u otras enfermedades).

 

MATERIAL Y MÉTODOS

Este trabajo se enmarca dentro de un proyecto más amplio cuya finalidad consiste en analizar los problemas de salud de la población en personas privadas de libertad, así como los factores de riesgo y protectores ligados a los diferentes tipos de victimización entre la población reclusa del sur-este de España, tales como el consumo de drogas, los desencadenantes sociodemográficos ligados al desarrollo de conductas criminales y la victimización previa a prisión, durante la infancia y la vida adulta.

Se realizó un estudio transversal analítico sobre la población reclusa del Centro Penitenciario de Albolote (Granada) compuesto por 15 módulos individuales, 2 de ellos destinados exclusivamente al colectivo femenino, habitados por un total de aproximadamente 1.100 internos. La muestra de estudio (n=270) se realizó por medio de un muestreo aleatorio simple con un margen de error del ± 5% y un nivel de confianza del 95% (estratificado según el número de internos para cada uno de los módulos) durante la segunda semana de diciembre del año 2013.

Los criterios de inclusión fueron: a) tener más de 18 años, b) saber leer y escribir, c) hablar y comprender el idioma español d) llevar en prisión más de un mes. Criterios de exclusión: a) internos destinados en los módulos de primer grado, por razones de seguridad, b) no encontrarse con las capacidades cognitivas y físicas suficientes para la correcta realización de la encuesta.

La recogida de datos fue llevada a cabo por medio de un cuestionario diseñado "ad hoc", teniendo en cuenta para ello diversas publicaciones (véase tabla 1) estructurado en 6 bloques con variables: 1) sociodemográficas7, 2) penitenciarias7, 3) consumo de drogas15 en prisión y previo, 4) problemas mentales4,5) VF durante la infancia16 y 6) VF una vez en prisión6.

Las encuestas fueron auto-suministradas en las zonas comunes del establecimiento penitenciario, realizando un único entrevistador la totalidad de las encuestas y encontrándose en todo momento presente con el fin de aclarar posibles dudas. Se dividió a los internos participantes en grupos de 10 internos, con una duración aproximada de 45 minutos por grupo.

A la hora de determinar la existencia de EM entre la población encuestada, los internos eran los encargados de indicar en la encuesta si tenían alguna de las EM sin ser contrastada la información aportada con los informes médicos para así garantizar el anonimato de los participantes en el estudio, siendo este un requisito imprescindible para la realización del mismo.

El listado de EM relacionadas con la encuesta fueron: ansiedad, depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia y finalmente otra EM no incluida en las anteriores, respecto a la inclusión de esta última variable la consideramos oportuna debido a la gran cantidad de EM que se pueden encontrar en este ámbito y del mismo modo facilitar la comprensión de la pregunta por parte del encuestado.

Los cuestionarios se cumplimentaron siguiendo los criterios establecidos por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias: anonimidad, voluntariedad y aleatoriedad. Todos los participantes fueron informados sobre los objetivos del estudio y firmaron un consentimiento informado, igualmente respetándose lo previsto en los artículos 4.2.b y 211 del Reglamento Penitenciario y lo dispuesto en la Ley 15/1999 de protección de datos.

Finalmente, por medio del programa estadístico SPSS (v.20.0) se realizaron las pruebas de chi-cuadrado y de Odds Ratio (OR) para detectar posibles asociaciones significativas entre los diferentes modos de VF analizados y las EM en la población reclusa de estudio.

 

RESULTADOS

En la tabla 2 se resumen las características sociodemográficas, sobre consumo de sustancias de abusos y de prevalencia de EM previa al ingreso para la totalidad de los internos (n=270), y distinguiendo entre los que han sido VF (n=99) y no lo han sido (n=171) durante su estancia actual en prisión. En este momento debemos destacar que la existencia de EM previas a prisión entre los internos VF es el doble que en aquellos que no lo fueron (40,4% y 20,6%, respectivamente) al igual que sucede con la prevalencia de VIH (10,0% y 5,8%, respectivamente).

En la tabla 3 se recogen los tipos de victimización física durante la estancia en prisión y previa al ingreso, para la totalidad de los internos y diferenciando entre los que tienen alguna EM (n=168) y los que no tienen ninguna (n=102). Como se observa el número de personas VF con alguna EM es claramente superior en el colectivo de internos que presentan alguna EM (47,6% y 18,6%, respectivamente) y especialmente en aquellos que fueron agredidos con algún objeto (20,2% y 2,9%, respectivamente). Respecto a la VF previa al ingreso en prisión es más común entre los internos con EM tanto durante la infancia (25,0% y 14,7%, respectivamente) como durante la vida adulta (39,9% y 13,7%, respectivamente).

Finalmente en la tabla 4 se recogen los diferentes tipos de VF en prisión, agrupando a los internos en función de la EM que presentan, predominando la ansiedad (n=128) seguida de la depresión (n=99), otra enfermedad mental (n=65), enfermedad bipolar (n=22) y esquizofrenia (n=21), además de las relaciones estadísticas entre cada una de los tipos de EM y tipos de VF. Cabe destacar antes de nada cómo la totalidad de las EM analizadas guardan una relación estadísticamente significativa en mayor o menor grado con la VF en prisión.

 

DISCUSIÓN

En el estudio presente hemos observado cómo el Centro Penitenciario de Albolote (Granada) es un establecimiento violento, al igual que otras prisiones analizadas en investigaciones nacionales7 e internacionales15, encontrando además una prevalencia de EM y VF entre los reclusos con características similares a investigaciones anteriores de carácter internacional6,17-18.

No hemos encontrando en España investigaciones previas que analicen las posibles relaciones existentes entre VF y EM, sin embargo en nuestro caso concreto hemos podido confirmar cómo la VF en prisión es claramente superior entre los internos con alguna EM que aquellos sin EM (47,6% y 18,6%, respectivamente) encontrando además una relación estadísticamente significativa entre ambas variables (P=0,000001; OR=4,01) tal y como se muestra en el apartado de los resultados.

La EM predominante es la ansiedad seguida de la depresión entre la población de estudio, al igual que en revisiones previas realizadas19. Según el sexo, los internos con EM superan al de internas con EM (63,6% y 57,1%, respectivamente) al contrario que sucede en otras prisiones13.

Con el fin de analizar la magnitud de los datos aportados, especialmente en lo que se refiere a los índices de VF, consideramos oportuno comparar la frecuencia de este tipo de victimización entre la población general con el fin de poder comparar ambas poblaciones (a pesar de ser muestras totalmente distintas y en contextos totalmente diferentes), si analizamos la información proporcionada por el Observatorio de la Delincuencia de Andalucía20 observamos cómo los índices de VF en la población general se sitúan en el 1,5%, siendo muy superiores en los contextos penitenciarios analizados.

La población reclusa con EM presenta un nivel educativo inferior a la de sin EM (un 70% de quienes tienen EM abandonó su estudios antes o durante la E.G.B., descendiendo al 55% en los que no presentan EM) y una mayor inestabilidad económica en su ámbito familiar (69% y 58%, respectivamente) pero similares niveles de desempleo previo al internamiento en el centro penitenciario para ambos colectivos (aproximadamente la mitad de los mismos).

Las agresiones físicas para personas con EM son 2.5 veces superiores en prisión, siendo hasta 5 veces la VF superior en el caso de los internos varones con EM y 2.5 veces en el caso de las mujeres internas, al contrario que sucede en otros trabajos previos donde el colectivo femenino penitenciario sufre mayores rangos de VF que el masculino13.

Se ha observado cómo el consumo de drogas durante el internamiento es una realidad, un 57% de los encuestados había consumido alguna droga de abuso durante el mes previo a la encuesta, además un 76,7% consumía en la calle, siendo ambas conductas un factor de riesgo significativo para ser victimizado físicamente durante la condena p=0,001; OR=2,38 y p=0,095; OR=1,69, respectivamente), coincidiendo con los resultados de otros autores21-22.

Encontramos una relación estadísticamente significativa entre haber sufrido VF durante la infancia y durante la vida adulta previa al ingreso, como un factor de riesgo para sufrir nuevamente VF en prisión (p=0,044; OR=1,93 y p=0,000005; OR=4,21, respectivamente) confirmando el factor de riesgo conocido como "revictimización" física, datos coincidentes con otros estudios sobre victimización en esta materia23-24.

Analizando la situación mental previa al ingreso, predominaban EM previas como la depresión y ansiedad, siendo ligeramente mayor en el caso de los internos varones que en el de las mujeres (29,7% y 23,2 respectivamente) al contrario que en estudios previos13 donde predominan las internas con EM previa a prisión sobre los varones (73% y 55%, respectivamente), sin embargo, se han obtenido datos similares a otras investigaciones donde en un tercio de casos se encontró EM previa a la entrada en prisión25.

Finalmente, nos interesamos sobre la prevalencia de VIH entre la población de estudio, presentando generalmente la prevalencia de este virus altos índices entre los presos españoles26, observando en nuestro caso como este virus se encuentra especialmente entre los internos con EM (un 85% de los encuestados con VIH tenían alguna EM) siendo 1,4 veces mayor la probabilidad de VIH entre el colectivo penitenciario analizado con EM, esta relación de riesgo entre ambas enfermedades (VIH y EM) ha sido contrastada anteriormente por otros autores27-28.

Actualmente en España existen dos psiquiátricos penitenciarios (situados en las provincias de Alicante y Sevilla) donde se traslada e ingresa aquellos internos que necesitan de medidas especiales derivados de la existencia de eximente mental completa o incompleta29, contemplada en nuestra legislación su existencia para cumplir con la rehabilitación y asistencia de personas con EM, que podrían implicar daños a terceras personas o sobre su persona. Sin embargo, creemos que el número de este tipo de establecimientos debería ser mayor en nuestro territorio, con el fin de adaptarse al nuevo panorama penitenciario y especialmente a esta población, tal y como se está haciendo actualmente en los centros penitenciarios ordinarios por medio de la potenciación de los programas PAIEM (programa de atención integral a enfermos mentales) destinados a estos internos con necesidades especiales debido a su situación.

Respecto a las limitaciones del estudio presente, encontramos varias, las cuales son puntualizadas a continuación; en primer lugar, y como ya hemos comentado, el no acceso a los internos situados en los módulos de régimen cerrado; en segundo lugar, al tratarse de un estudio transversal únicamente los datos fueron tomados en un único momento, siendo una imagen fija, sin poder analizar la evolución de las diferentes variables; finalmente y más importante es aquella que guarda relación con la percepción de la enfermedad mental del interno, debido a que la misma no pudo ser contrastada con los informes médicos con el fin de garantizar el anonimato.

En vista de los resultados obtenidos, creemos que se debe continuar con el estudio de estos fenómenos en las prisiones de nuestro entorno, con el fin de atenuar en la medida de lo posibles estos comportamientos violentos, y prestando del mismo modo mayor atención a las personas privadas de libertad con alguna EM por su vulnerabilidad respecto al resto de internos.

Como reflexión concluyente a lo expuesto indicar que somos conscientes de la complejidad de estas situaciones y las dificultades para encontrar soluciones que mejoren la situación de los internos con EM. Sin embargo, creemos que la creación de módulos residenciales para personas con EM, facilitaríamos el tratamiento pudiéndose atender por personales especializado, con formación específica y que seguramente redundaría en una reducción de la violencia en este colectivo que es especialmente vulnerable.

 

CORRESPONDENCIA

F Caravaca-Sánchez
Área de Medicina Legal y Ciencias Sociosanitarias
Universidad de Murcia
f.caravacasanchez@gmail.com.

 

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